Rubén y David nos muestran, con una sinceridad admirable, cómo las adicciones no distinguen edades, profesiones ni circunstancias personales. Ambos describen cómo la cocaína y otras conductas adictivas dominaron su vida diaria, deteriorando sus relaciones, su economía y su salud emocional. Pero también comparten un mensaje poderoso: pedir ayuda marca la diferencia.

En nuestra experiencia clínica, historias como las suyas son un recordatorio de que detrás de cada adicción hay sufrimiento, pero también existe la posibilidad real de recuperación. La terapia especializada, el acompañamiento familiar y la creación de nuevas rutinas saludables se convierten en pilares fundamentales para salir adelante.

Como señala el propio testimonio de Rubén, “la droga tomó el control de mi vida”. Y sin embargo, con apoyo profesional y humano, hoy puede decir que ha recuperado la esperanza.

👉 Estos relatos no solo sensibilizan, sino que también derriban estigmas: hablar de adicciones en primera persona abre puertas al entendimiento y anima a otras personas a dar el paso hacia la recuperación.